jueves, 19 de abril de 2012

YITO, EL CABALLITO DE MAR

Había una vez en el fondo del mar, una escuela a donde acudían los caballitos de mar.
En la clase de 6 años había un caballito que se llamaba Yito.
Yito era un caballito muy protestón y desobediente: si la señorita mandaba a hacer fichas, Yito protestaba y decía que a él no le gustaba hacer fichas.
A la señorita no le gustaba que sus alumnos fueran desobedientes porque decía:
- Si no obedecéis no puede funcionar la clase y no aprenderéis nada.
Los demás caballitos eran muy obedientes y comprendían que a la escuela iban a aprender y que para aprender hay que esforzarse y a veces, hacer cosas que no nos gustan mucho.
Yito siempre se quejaba de todo, siempre protestaba.
Los demás caballitos estaban un poco hartos de que siempre se negara hacer las cosas.
Un día, en el patio de recreo, los caballitos jugaban hasta que la “seño” avisó a todos para volver a clase.
¡ Claro ! Como Yito era muy desobediente, no hizo caso y siguió jugando. Los demás caballitos estaban ya entrando en la clase y Yito seguía en el patio. Entonces, cuando se vio solo empezó a correr para su clase. Cuando ya estaba cerca de la puerta, empezaron a salir los caballitos más grandes y que salían corriendo y sin cuidado. Empujaron a Yito y se cayó al suelo. En ese momento salió a buscarlo su “seño”, Yito lloraba porque se había hecho daño.
Comprendió que eso había pasado por desobedecer a la “seño” y que cuando ella manda una cosa es por algo. La señorita había mandado volver a la clase un poquito antes, porque sabía que bajarían los mayores y podían empujar a los más pequeños.
Que si mandaba un trabajo de ficha era para aprender.
Desde ese día Yito intentó ser más obediente. Así cuando la “seño” mandaba algo, lo hacía sin protestar, aunque a veces no le gustara. Al principio le costaba mucho y a veces protestaba, pero poco a poco fue más obediente y se sentía más contento y feliz.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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